sábado, 19 de marzo de 2016

Autorretratándote/me

Mírale. Ya esta con lo de siempre. Con la misma frase que siempre usa, y con la misma entonación. Es curioso que alguien con un carácter tan imprevisible y explosivo sea visible a leguas. Sólo con mirarle a los ojos ya sabes lo que su cabeza está maquinando. Y no siempre es bueno. Quién esquivara ese mal pronto incontrolable. Pero no puedes enfadarte. No con él. Sabes que por debajo de incluso el mayor de los gritos, se esconde un corazón grande como un mundo, ardiente como un sol, y en constante latido vital. Sabes que si grita, es porque lo necesita, no porque quiera, y muy posiblemente porque tenga más sangre dentro de la que ha podido contener hasta ahora.
Se le pasará, como las trescientas mil veces anteriores. No guarda rencores, no sabe. Es bondadoso hasta el punto de perdonar prácticamente todo. Y aunque sabe que de bueno a tonto hay un paso, procura no darlo (y aún así, seguirá siendo su mayor debilidad). El mundo está lleno de personas contenedor (y mucha basura) y no de personas contenido. Y por eso él es distinto, es el raro. Es el que cumple todas y cada una de las responsabilidades que le tocan, y muchas de las que no. Es el que siempre tiende su mano a cualquiera, aunque alguno se le haya llevado ya el brazo entero. Sus chistes son malos, pero tiene ese algo que hace que (con perdón) te descojones sin control. No siempre ESTÁ alegre, pero siempre ES feliz. Y es que si de algo sabe él, es de ser, de disfrutar.
 Sabe que la vida es de todos, pero él la hace suya. Sabe sentarse a disfrutar de la brisa del mar, sabe cerrar los ojos y sentir el frescor de esa cerveza de domingo al mediodía. Sabe disfrutar de su familia, de sus amigos, y también de su amiga especial, la Sole, esa a la que tan pocos quieren ya. Y precisamente de ahí su mayor virtud. Es un profeta. Enseña a todo el que quiera verle gracias a su ejemplo, a su actitud, a sus palabras. Todo en él es una continua lección. Incluso cuando te enseña algo, te enseña a poner en duda lo enseñado. ¡Toma esa! Dos lecciones en una.
 ¡Mierda, espejo, otra vez me he quedado hablando con ese maldito reflejo! Espera...ese no soy yo...¿o tal vez...?

Porque te lo mereces, porque el día lo requiere, y especialmente porque mi mayor orgullo será poder decir esto, modifiquemos ese antiguo guión para que diga:
- Luke, yo soy mi padre.

De ti mis ojos, de ti mi nariz...de ti, lo que soy.

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